sábado, 25 de mayo de 2013

Un pollo por sorpresa.

Esta tarde cerca de las 8, mientras leía en el patio de la agüela Pilar, noto un sonido extraño procedente del canalón. Miro asustado y me encuentro con el pollo de tordo que os muestro en las fotos, había caído desde más de 6 metros, como si se tratara del premio de una tragaperras. Aparte del susto que tenía el animalico, no parecía tener ningún otro daño. Llamo a Pablo para que vea el pollo y lo toque un poquito (estos encuentros marcan la infancia de cualquiera). Es en ese momento cuando me doy cuenta de la cara de pasmo que tiene el canario. Mira que el tío es amarillo limón, pues bien, tenia las mejillitas blancas como la pared. Hablando después con él me ha comentado que sabiendo de mi afición a salvar pollos desvalidos, igual se me ocurría meterlo con él en su jaula, y que él está ya muy mayor (tiene 18 años y casi no ve, el pobre) para aguantar a jovenzuelos que no hacen otra cosa que graznar. Subimos a la terraza, lo envuelvo en papel higiénico  pero sin apretar, para que amortigüe el golpe y se pueda liberar fácilmente  y lo dejo con todo el cuidado del que he sido capaz en el tejado. Los padres andaban por las antenas, espero que lo hayan podido rescatar y esta noche al igual que yo, Anselmo, tenía pinta de llamarse así, pueda contar a sus padres y hermanos el encuentro que ha tenido con el humano ese de la coleta y el otro que parecía ser su cría y que no quería dejar de acariciarle la cabecita.


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