Yo soy uno de ellos, con dos cojones. (La verdad es que cualquiera con dos dedos de frente y algo de vergüenza torera se habría desprendido de ello hace tiempo).
Corria el año 1985 y aquí mi menda cursaba estudios de cerámica en la Escuela de Arte de Talavera de la Reina. En ella conocí a Alfredo Diaz Mancebo, extraordinario pintor de cerámica y un coleguita para todo el que quisiera serlo. Visité su taller y me aconsejó que siendo yo conocido y amigo de Javi Cerro, y este a su vez hermano de Antonio Cerro , me dejara caer por su taller para que aprendiera todo lo posible. No contaba yo con que Antonio no estubiera por la labor. Que inocente era uno a los 23 añitos. (Otro día os cuento mi relación laboral con Antonio)
El caso es que me fuí a Madrid a comprar esmalte y colores, bañé unos azulejos y pinté lo que a continuación os muestro. La cocción me la hizo Mancebo y me dió ánimos, la verdad es que viendo el resultado, los necesitaba.
A todo esto hay que decir, que el motivo de semejante historia era que mi padre, camionero a la sazón, tenía unos conocidos que estaban montando un restaurante y querían poner cerámica de talavera en la barra. Menos mal que uno tonto del todo no es y más o menos sabe donde se encuentra dentro de estos menesteres artesanales. Quiero decir con esto que le sugerí sutilmente a mi progenitor que debería, por el bien de su amistad con los futuros mesoneros, buscar otros ceramistas que llevaran a cabo el encargo.
De todos modos, y ahora en serio, es maravilloso el caudal de recuerdos que me evoca semejante truño.

No hay comentarios:
Publicar un comentario